sábado, 5 de enero de 2013

La investigación científica en la evaluación de programas sociales


Por: Liliana Mora León
Los evaluadores desearíamos poder desarrollar procesos de investigación científica, para encontrar los cambios entre un antes y un después de un programa. Como profesionales, sabernos que el conocimiento científico es la base para obtener evaluaciones confiables. La calidad de nuestro trabajo evaluativo y la credibilidad de los resultados que mostremos,  están condicionados a la aplicación de procesos rigurosos de investigación. No obstante; en un alto porcentaje de las evaluaciones no es posible desarrollar todos los pasos de los procedimientos científicos, por diferentes razones, algunas ajenas al evaluador. 

Aunque la realidad social es muy compleja y cambiante, la aplicación de las características de los procesos de investigación, acercan más al entendimiento de la misma, y proveen herramientas para poder modificarla en la dirección que deseamos. La evaluación es realizada sobre la base de la objetividad, entendida como el deseo de obtener un conocimiento de la realidad del objeto tal cual es y de las cualidades que lo componen. Para lograr esta objetividad es preciso que los resultados encontrados, puedan ser verificados por otros investigadores, que cada afirmación esté soportada por información demostrable, que sea verificable.

Existen varios problemas de objetividad al evaluar un proyecto o programa social, por una parte, están las limitantes propias del investigador como son; la subjetividad, los prejuicios, intereses, habilidades, pericia técnica y patrones culturales que afectan el proceso y la interpretación de los resultados. Este problema es mayor en las situaciones en las que el evaluador es parte del propio grupo evaluado, es decir cuando no hay independencia. Otro hecho que ejerce un efecto negativo, son las presiones e intereses del contratista sobre el grupo de consultoría independiente que realiza la investigación.

De otro lado, al hablar de educación, salud, paz, bienestar social, empleo, estamos ante una integración de múltiples factores, causas y dinámicas que actúan en una sociedad específica. Estas realidades sociales, no responden a una sola ciencia, de allí también la dificultad de medir objetivamente los verdaderos resultados o impactos de una intervención. 

La evaluación al basarse en la ciencia, requiere ser sistemática, organizada en sus procesos y resultados. Los hallazgos acumulados de las investigaciones crean conocimiento cada vez más amplio de la realidad, aportando las bases para generar teorías, leyes y principios sobre los cuales planificar nuevas y mejores intervenciones. 

Las estadísticas muestran que los grandes problemas sociales son universales, hablamos de hambre, pobreza y enfermedad, afectando a millones de personas en todo el mundo. Aunque exista una generabilidad de los problemas, las estrategias de intervención que son efectivas en una sociedad,  pueden fracasar en otra, aunque los pasos de la implementación sean idénticos. En los problemas sociales, no es posible generalizar los resultados de los hallazgos para otras sociedades, es decir la validez externa es limitada. 

Un principio de la ciencia aplicable en la evaluación, es la falibilidad; es decir la capacidad de reconocer sus limitaciones, de aceptar la capacidad de equivocarse. De allí nace, una de las bases de la evaluación, el de autocorregirse, superarse, renovarse y estar en un crecimiento continúo. En la medida que consideremos las limitaciones propias de los procesos evaluativos y de nuestras debilidades, haremos investigaciones más válidas, confiables y sobretodo más útiles.

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